Pito Pito era el apodo dado al francés Jean Babtiste Ounésime Dutrou-Bornier, dedicado a la marina mercante,  haciendo alusión a los botones de su indumentaria. Éste llegó por primera vez a Pascua en 1866 capitaneando el barco “Tampico”, llevando a bordo a dos misioneros picpusianos, Escolan y R.P. Roussel, quienes trajeron los primeros caballos, reces, conejos y aves a la isla, así como semillas y árboles frutales, para establecerse en Rapa Nui junto al Hermano Eyraud.

 Dos años después, luego de haber perdido su barco por deudas de juego, Bornier regresa con la intención de quedarse y hacer fortuna. Junto a los misioneros crea el Consejo de Estado de Rapa Nui y se constituye en el gobernante, fundando la Villa Santa María de Rapa Nui, hoy Hanga Roa. Al poco tiempo Dutrou-Bornier se casa con una isleña Ko Reto Pua a Kurenga, arrebatándola por la fuerza a su marido. Aunque no pertenecía a la realeza tribal la proclamó “Reina”, erigiéndose como Juan I, Rey de Pascua. Con ella tuvo dos hijas: Caroline (1869-1952) y Marthe Hariette (1870-1917).

Las divergencias de ambos líderes, religioso y colonizador,  crecieron y acentuaron las tradicionales rivalidades entre las dos confederaciones tribales existentes. Las guerras violentas entre las diversas tribus y el instinto de venganza de los guerreros que devastaban los campos de los vencidos, produjeron escasez de víveres y hambruna que, en parte, condujeron al canibalismo. Bornier gobernó como un tirano despótico, apoderándose de las tierras de cultivo para explotarlas como hacienda ovejera,  desarraigando familias y tribus completas desde sus tierras ancestrales, reubicándolas en Hanga Roa y Mataveri.  Según el isleño Moisés Tuki: “Nuestra gente tuvo que levantar los cercos de su propia cárcel. Se convirtieron en prisioneros en su propia isla.” (Fischer “Sombras sobre Rapa Nui”, 1999)

 El odio acumulado por las tropelías cometidas hacían presagiar el fin de sus días. En 1876  fue asesinado, quedando la isla en poder de sus socios tahitianos Brander y Cia durante varios años. Las dos hijas de Bornier se casaron con nativos formando las importantes familias Araki Bornier y Paoa Bornier, cuya vasta descendencia aún vive en la isla. En los últimos años,  éstas se han preocupado de rescatar el sepulcro perdido entre las malezas frente a su antigua casa y mantenerlo bajo cuidado en el sector que hoy pertenece a Carabineros de Chile.