by Bernardita Skinner Huerta
Periodista, Mgr. en Arte, mención Patrimonio / Journalist, Master of Arts, specialist in Heritage
A veces los documentos se nos aparecen inesperadamente, como por arte de magia. En este caso fueron fotografías y dibujos inéditos del año 1936 y de 1963 respectivamente. Mi abuelo materno era marino y mi padre periodista en el diario La Unión de Valparaíso. Ya ninguno de ellos está, para preguntarles directamente, pero sus recuerdos quedaron plasmados de diferentes maneras. Las fotografías nos muestran destellos del pasado, aportando a su vez, con nuevas luces, sobre algún contexto conocido. Los dibujos, en este caso, realizados por niños isleños, reflejan parte de su imaginario, tanto local, como de la visión que tenían respecto a los continentales.
Mi abuelo Ismael Huerta era un guardiamarina de 20 años que comenzaba su viaje de instrucción en el petrolero “Maipo”. Al valor de su registro se le suma la documentación que hizo de cada toma que realizó, ayudándonos a descubrir a los personajes retratados. En sus fotografías podemos ver al padre Sebastián Englert y tener una imagen de cómo era la capilla de Hanga Roa en los años 30’.
“Nunca pude olvidar a Pascua; por lo demás prefiero guardar las reminiscencias de esta primera y única visita. Conservo fiel el recuerdo de la excursión al fondo del cráter del volcán Rano Kao y de las dificultades para remontarlo; el paseo y baño en la línea de costa y sus riesgos (las olas rompen con fuerza sobre las rocas), la clásica e -inolvidable- misa dominical en la rústica capilla de madera con coros de entonadas voces femeninas”, escribió en sus memorias. También recordaba la visita al leprosario y las quejas de los isleños frente a la autoridad. En ese tiempo existían dos lazaretos que en el transcurso de 20 años de su existencia tenían ya un aspecto miserable.
Por encargo de un tío, mi abuelo visitó “al viejo Juan Tepano, verdadero patriarca pascuense que tuvo el privilegio de servir un tiempo en el Ejército, por allá por 1900”. Juan Tepano fue el principal informante de antropólogos y arqueólogos que visitaron Rapa Nui. Estudiosos como Alfred Métraux, Henri Lavachery y Sebastián Englert entre otros, lo buscaron para consultar con él gran parte de sus trabajos etnográficos. Tepano le regaló a mi abuelo dos Moai de madera y uno de piedra volcánica demostrando su aprecio. El de madera, aún se conserva en la familia.
En ese entonces Rapa Nui tenía cerca de 400 habitantes y estaba arrendada a la Compañía Explotadora Isla de Pascua perteneciente a la inglesa Williamson & Balfour. La máxima autoridad civil era el subdelegado marítimo Carlos Recabarren Larrahona desde enero de 1926.
Luego de la muerte de mi padre, sus documentos y recuerdos me han reconectado con él de manera casual (él mismo decía que no existe la suerte sino las coincidencias). Entre sus cosas quedaron recuerdos del viaje que realizó en el transporte Pinto de la Armada de Chile en 1963: dos sombreros de Mahute, una guitarra artesanal Pahu peti (literalmente, “tarro de duraznos”) y un cuaderno de dibujos infantiles, la mayoría de ellos firmados por Sergio Rapu.
Teniendo en cuenta estos hallazgos, cuando viajé a Rapa Nui como estudiante de Periodismo, contacté al autor principal de tan valioso cuaderno y se lo conté. “Me gustaría ver a ese Sergio de 13 años”, me dijo, y de esa manera conocí a Sergio Rapu, destacado arqueólogo rapanui, quien me contó que al terminar la preparatoria en la isla tuvo que esperar un tiempo para viajar al continente para continuar sus estudios y que por mientras, las monjas de la escuela le daban tareas de dibujo. En otras fotografías inéditas podemos observar que parte de los pasajeros que se desembarcaban por primera vez en la isla eran religiosas que venían para desempeñar labores educacionales y a cuidar a los enfermos del leprosario.
En esa ocasión, Rapu me contó también sobre su hermano Alfonso, joven profesor que en 1964, después de permanecer diez años en el continente, regresó a la isla y fue el principal gestor de una carta enviada al Presidente Eduardo Frei Montalva, pidiendo que el Estado de Chile les otorgara derechos civiles, reconociéndolos como ciudadanos chilenos. Recordemos que los rapanui estaban bajo la jurisdicción de la autoridad marítima de Valparaíso desde que fueron anexados a Chile en 1888. Este año 2016 se conmemoran 50 años en que los habitantes de Isla de Pascua obtuvieron oficialmente la ciudadanía chilena dando inicio al desarrollo prometido.
Volviendo a los objetos atesorados por mi padre, no puedo dejar de mencionar la guitarra Pahu Peti. Así se llamó la primera y original guitarra confeccionada en base a tarros de durazno en conserva. La tradición oral rapanui cuenta que finales de los años 30’, tras el arribo de un yate alemán llamado “Die Walkiria” (dato aportado por el investigador australiano Daniell Bendrups) en el que venían dos hombres polinésicos, llegó la primera guitarra o ukelele a Rapa Nui. “Uno se llamaba Mapé y el otro Henere… ellos trajeron la Kitara (guitarra) y el ukelele y la gente lo vio”, me contó Kiko Pate el año 2007. “Kiermo” Teao Riroroko logró fabricar su propia Kitara, a la cual le puso el nombre Pahu Peti, pues la fabricó principalmente con un tarro de duraznos de forma rectangular que traía la Compañía Williamson & Balfour. A esos tarros les llamaban Pahu Peti, y hasta el día de hoy la expresión “peti” (durazno) se utiliza para referirse a algo bueno, a algo dulce.
Si bien, ni mi abuelo ni mi padre volvieron a Rapa Nui, sus recuerdos permanecieron imborrables y trascendieron en sus relatos y en sus registros fotográficos. La historia compartida dentro de un territorio es lo que une a grupo humano y ésta siempre puede ser releída o reinterpretada en torno a la memoria y a los documentos que vamos encontrando. Rescatar, preservar y organizar aquellos fragmentos en torno a un relato, va enriqueciendo esa historia y fortaleciendo una identidad.