by Cristián Moreno Pakarati – Historiador
La remota situación geográfica de Rapa Nui en los mares del Pacífico Sur – a 3.700 km del continente sudamericano y 4.000 km de Tahiti – la ha mantenido bajo un aura imaginario lleno de misterios y leyendas.
Pese al desarrollo de una técnica de navegación sobresaliente, al uso de tripulaciones con vasta experiencia, al uso de instrumentos de navegación sofisticados y a una excelente cartografía de la que carecían otros pueblos navegantes, a los europeos con sus carabelas y galeones les tomó cientos de años de exploraciones por el Océano Pacífico para tomar contacto con Rapa Nui. El primero de estos contactos del cual se tiene conocimiento fue efectuado por el capitán holandés Jacob Roggeveen en 1722 con tres barcos de la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales. Luego hubo intentos fallidos por encontrarla y habría de pasar casi medio siglo hasta la llegada de la siguiente expedición, la española de González de Aedo, que zarpó desde Perú en 1770. Todos ellos hicieron un desconcertante descubrimiento: casi todas las islas o grupos de islas estaban habitadas y sus habitantes no conocían los metales ni los instrumentos náuticos, sólo disponían de simples canoas.
El estímulo más importante para estos viajes de exploración fue por cierto el económico y las diferentes potencias europeas, especialmente los españoles, portugueses, ingleses y franceses, comenzaron una frenética competencia en labúsqueda de nuevos territorios susceptibles de ser explotados, creando grandes imperios en el proceso. Dentro de este marco, el navegante portugués Hernando de Magallanes, líder de una expedición financiada por la corona española, cruzóun estrecho que luego llevaría su nombre a fines de 1520 y surcópor primera vez las aguas del Moana Nui a Kiva llamándolo Océano Pacífico.
Los españoles dominarán las exploraciones por este nuevo océano durante todo el siglo XVI con viajes como el comandado por García Jofréde Loaisa en 1525, Álvaro de Saavedra en 1527, Ruy López de Villalobos en 1542 y Miguel Lópezde Legazpi en 1564. Pronto, navegantes patrocinados por financistas de otros imperios comenzaron a rivalizar con las exploraciones hispanas. El pirata inglés Francis Drake en 1578 y su coterráneo Thomas Cavendish en 1586 surcaron grandes extensionesdel Pacífico. Los holandeses se integrarían a este proceso en el cambio de siglo, como consecuencia de su guerra contra España, con navegantes como Simón de Cordes y Olivier Van Noort entre 1598 y 1601, y luego Jacob Le Maire y Willelm Schouten en 1615 y 1616. Ninguno de ellos, por supuesto, pudo ver la isla de las grandes estatuas, aunque varias decenas de otras fueron encontradas en distintos archipiélagos, especialmente en la Micronesia, recibiendo nuevos nombres y convirtiéndose en colonias europeas.
Terra Australis:
La idea de la Terra Australis Incognita, un hipotético continente que“debía”balancear la proporción de tierras del hemisferio norte en el hemisferio sur, estaba en la mente de la mayoría de estos viajeros europeos y sus financistas. Un cuarto de milenio después, tras los viajes de James Cook – entre 1768 y 1779 – la ilusión de la existencia de una gran Tierra Austral se desvaneciócompletamente, pero en cambio centenares de islas siguieron siendo explotadas por ocupaciones coloniales de diferentes nacionalidades.
Un siglo después (siglo XIX) aparece una curiosa batalla revisionista en Europa a nivel literario e histórico. La competencia económica y descubridora llevada a cabo por los europeos es trasladada a la producción historiográfica. Esto llevóa que españoles e ingleses se atribuyeran retrospectivamente el“verdadero descubrimiento”de la“Isla de Pascua”. Navegantes españoles a quienes se ha atribuido alternativamente en la literatura el“descubrimiento”sonÁlvaro de Mendaña y Neira en 1567, el capitán Juan Fernández en 1576 y Pedro Fernández de Quirós en 1605. Más conocida y publicada en muchos más documentos aparece la atribución, débil en evidencia, aunque con algo más de sustancia que las otras, al bucanero inglés Edward Davis en 1687, considerada como plausible por los navegantes que ciertamente la visitaron en el siglo XVIII.
La Tierra de Davis:
Relatos de las diferentes expediciones realizadas en el pasado hablan del avistamiento de una isla – “Tierra de Davis” – en 1686 por el pirata británico Edward Davis, capitán del barco “Batchelor’s Delight” (Delicia del Soltero), en su ruta de las Islas Galápagos hacia el Caribe en el año 1687. El avistamiento del pirata Davis no pasó desapercibido y la idea de una “Isla de Davis” permeó en la conciencia de los navegantes del Pacífico. Durante casi todo el siglo siguiente, navegantes holandeses, ingleses, españoles y franceses buscarían la famosa isla sin llegar a una conclusión unánime sobre cuál era. Baste señalar que Davis no desembarcó ni mencionó grandes monumentos ni estatuas; tampoco proporcionó una descripción física de sus hipotéticos habitantes. La “ Isla de Davis” fue dibujada en los mapas europeos desde mucho antes de la visita de Roggeveen en 1722 y, más aún, este nombre y el de “Isla de Pascua” fueron usados como sinónimos durante varias décadas.
Después de las detalladas descripciones de los viajeros que desembarcaron en Rapa Nui en el siglo XVIII se volvió prácticamente imposible vincular la descripción de la elusiva isla de Davis con la apariencia de la Isla de Pascua encontrada por Roggeveen. Algunos autores intentaron resolver el enigma, especulando que ambas formaban parte de un gran archipiélago que para el siglo XVIII se encontraba hundido en su mayor parte, a excepción de Rapa Nui, posibilidad que sólo existe en el ámbito de la fantasía.