Sebastián Englert

Sebastián Englert

ORO MATUA

Sebastián Englert

Sacerdote de Rapa Nui

Sebastián Englert, Padre capuchino e investigador de la cultura rapanui vivió en Isla de Pascua desde 1935 hasta enero 1969, fecha de su muerte. Fue el cuarto de los 17 hijos de la familia bávara Englert en Dillingen-Alemania y nació el 17 de noviembre de 1888 con el nombre Anton Franz Englert. A los 20 años ingresó a la Orden Capuchina con el nombre Sebastián, estudió teología y filosofía y fue consagrado como sacerdote cuatro años después. Desde joven se dedicaba al estudio de los idiomas latin, griego antiguo, hebreo, inglés, francés e italiano, agregándole durante su vida misional el castellano, Mapuche y Rapa Nui.

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Durante la primera guerra mundial fue enviado como capellán al frente de batalla. Pocos años después se decidió por el trabajo misional en la Araucanía, región indígena en el sur de Chile, dónde los misioneros capuchinos se habían instalado en 1896. Ingresó al servicio educacional en la diócesis de Villarrica dirigiendo siete escuelas. La Universidad Católica de Santiago de Chile, primero le encomendó profundizar su estudio del idioma mapuche y posteriormente, en 1935, lo envió en comisión científica a la Isla de Pascua. 

En la isla lo esperaron el administrador de la compañía ovejera Williamson Balfour con su señora que enseñaba junto a otro profesor chileno en la escuela de Hanga Roa, un ayudante que hacía de “médico” en el leprosario, cuatro chilenos y cerca de 450 isleños, junto al sacristán Timoteo Pakarati. Englert se fascinó con los misterios de la cultura Rapa Nui, pero a su vez se sintió agobiado por la necesidad de apoyo espiritual de los isleños. Ese mismo año obtuvo el permiso de permanecer para siempre como sacerdote en Rapa Nui, convirtiéndose la isla en su hogar. Le llamaban Te Toroa (el Cordel), aludiendo al cordón del hábito capuchino. Jamás regresó a su tierra natal. Este noviembre habría cumplido 123 años.necesidad de apoyo espiritual de los isleños. Ese mismo año obtuvo el permiso de permanecer para siempre como sacerdote en Rapa Nui, convirtiéndose la isla en su hogar. Le llamaban Te Toroa (el Cordel), aludiendo al cordón del hábito capuchino. Jamás regresó a su tierra natal. Este noviembre habría cumplido 123 años. 

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Enrique Pakarati, quién fuera criado desde sus 4 años (1962) hasta los 10 años por el Padre Sebastián, comparte con nosotros sus recuerdos: “Lo conocí a los cuatro años. Recuerdo que tenía muchos libros y era fanático del National Geographic. Escribía mucho, pero rara vez utilizó una máquina de escribir. Le decían Oro Matua que significa sacerdote. Era un hombre caracterizado por la fe y la energía; le gustaba el trabajo y el orden. Se acostaba muy temprano y se levantaba muy de madrugada. Siempre me preparaba el desayuno. En la noche dejaba leche para que se cortara y en la mañana yo sacaba la nata y le ponía azúcar. Era muy rico. Le gustaba que lo acompañara, tomado de la mano, desde la cocina hacia la iglesia como lazarillo porque era corto de vista. Nunca me habló en alemán, sólo en castellano o rapanui. Pero sí respondía “Heinrich” (Enrique) cada vez que alguien le preguntaba cómo  me llamaba. Conmigo era muy paternal, lo sentí como mi protector. Yo era algo mañoso para comer y cuando la abuelita Elodia me retaba, él le decía “deja al niño”, que no llore”. Recuerdo una vez que estaba Domingo Paté jugando con un cuchillo grande y me atormentaba diciendo: he patehe koe e au (te voy a capar). Yo lo acusé al padre y éste encaró al viejito, quién nunca más se atrevió a decirme algo. No fui un buen alumno, pero tenía buenas notas. Cuando llegaba del colegio, él revisaba mis cuadernos, repasaba conmigo las materias y luego hacíamos las tareas. Parece que se dio cuenta que yo era duro para aprender.  El Padre era muy programado y solía tener un régimen muy restrictivo, a veces me daban deseos de tener mayor libertad. Algunas veces lo he visto enojado. En especial una vez en 1968. En ese año enviaron a un sacerdote  italiano llamado Victor Leonardelli con quién se produjo un gran conflicto. Éste trajo parlantes y un equipo de música que colocaba a todo volúmen para atraer a los Rapa Nui. El Padre Sebastián no soportó más y decidió irse de la parroquia. Nos fuimos a vivir con la abuelita Erodia a la casa tras el actual Omotohi. Después a ese sacerdote lo echaron por pedófilo.

A la iglesia solía llegar mucha gente, entre ellos las familias de Santiago y Leonardo Pakarati, de José y Domingo Paté y la de Napoleón Teao. La tia Sampapa Tuki era la que cocinaba y la abuelita Erodia era la que dirigía todo en la casa parroquial. También solía visitarnos su peluquero personal José Fati y sus amigos Mariana Atán, Santiago y Leonardo Pakarati. Todos se sentían parte de la iglesia (y solían dormir ahí) , con sus hijos propios y los Ma´anga Hangai (pollos criados). Aquí era costumbre criar hijos de otros. La Iglesia era como un gran punto de encuentro , siendo a la vez muy activa en lo pastoral, también había una convivencia familiar muy rica y una actividad laboral en torno a la Iglesia, como lo era la agricultura y la ganadería. Habían plantaciones de hortalizas, tubérculos, maní, plátanos, tunales, naranjales, pomelos, paltos, todo a cargo de Domingo Paté. La Misión también tenían caballares y criaderos de aves. Todos los domingos el Padre Sebastián iba al leprosario a dar la Misa. Estaba casi todo el día dedicado a los enfermos. De hecho él hubiese querido vivir en el leprosario. También solía juntarse con su amigo Santiago Pakarati quién fue su principal informante; salían a caballo, visitando lugares de la isla. A la abuelita Erodia le escuché decir una vez que al Padre le preocupaba mucho que la isla iba a ser visitada por gente foránea y que se iba a perder la cultura. Junto a su labor pastoral realizó trabajos de investigación. Escribió un diccionario de la lengua rapanui, libros sobre la tradición oral isleña y catalogó cerca de 600 Moai. Murió en Nueva Orleans el 08 de enero de 1969. Los restos mortales fueron trasladados hasta Isla de Pascua y sepultados al costado de su iglesia.”

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