La tradición de la tribu Waitaha en Nueva Zelanda nos habla que dentro de las comunidades maori siempre hubo hombres y mujeres que preferían elegir su propio género como amigos, parejas o amantes…
“Hay niños que nacen especiales, son ambos polos en un mismo cuerpo y se sienten atraídos hacia su propio sexo o hacia ambos sexos. Esto era visto como algo muy natural y no se aplicaba presión sobre estas bellas personas. Son espíritus libres que siguen su propio camino. Al convertirse en hombres suelen preocuparse de los enfermos o trabajan sus jardines como lo hacen las mujeres. Siempre están a mano ya que no están afectados por la sangre menstrual. Todos son respetados y en algunos casos incluso vistos como una bendición. Se sabía que en la naturaleza hay ejemplos de especies con estas prácticas, especialmente en períodos de estrés dentro de sus comunidades.” Para los polinésicos la homosexualidad es solo “un hecho en la vida”, una dificultad vital que hay que aceptar sin juzgar .
Así también, cuando era necesario, el equilibrio en estas comunidades se solía regular con uniones en que hombres y mujeres son comprometidos en matrimonio bajo la ley Mokai Tomo, costumbre aplicada habitualmente al proponerse una emigración y población de una nueva tierra. En esta ceremonia los sabios elegían parejas, asegurando una descendencia fuerte y sana. Después del nacimiento del primogénito, la madre tenía la libertad de continuar con la pareja destinada o elegir otro hombre para formar familia. En los tiempos de los Korohua (ancianos) esta práctica también era aceptada y respetada.”