Historia de la Creación
Los Maorís creen que todo el universo esta representado por su dios supremo Taaroa y de su unión con Fei-Materai, que representa a la noche, nacen Ranginui (cielo) y Papatuanuku (tierra). En un principio el cielo y la tierra estaban unidos. Al estar unidos en un fuerte abrazo impedían que sus setenta hijos en su interior vieran la luz. Estos hijos corresponden a las distintas divinidades asociadas al cosmos y la naturaleza. Dos de ellos, para descubrir la luz, separaron el abrazo de sus padres: Tane, el dios del bosque y Tangaroa el dios del mar. Esto despertó la furia de su hermano Tawhiri, dios de los vientos, quien causa tormentas y huracanes para castigar a Tangaroa y Tane. Una vez separados los dioses Rangi (cielo) y Papa (tierra), ambos asumieron su posición actual. La luna es asociada a la diosa Hina (Mahina en Rapa Nui) y el resto del espacio se asocia a la diosa Ateo. Juntas constituyen el Aku. La lluvia son las lágrimas de Papatuanuku y la neblina se asocia al calor del cuerpo de Rangi que desea el abrazo de su compañera. El hijo menor Ruaumoko no alcanzó a nacer. Sus hermanos le regalan el poder del fuego para que se abrigue en la oscuridad del vientre de su madre. Ruaumoko, tan cerca de su madre, siente su dolor por la separación. Esto lo llena de ira, haciendo estremecer la tierra, expulsando corrientes de lava incandescente.
En el comienzo el dios Tane les ofreció a los humanos los Nga Kete o Te Wananga, los tres cestos del conocimiento. En estos cestos se encuentran las historias de la creación, instrucciones concernientes a la magia y muchos conocimientos más.
Los Maori creen que todo desciende de los dioses. Hombres, tierras, naturaleza y también objetos hechos por el hombre pueden contener Mana o poder espiritual. Es por ello que los Maori mantienen un fuerte lazo espiritual con su tierra y algunos lugares pueden tener un significado cultural y sagrado profundo para ellos.
Los objetos ceremoniales con Mana son protegidas por estrictísimas reglas del Tapu. El contacto con seres humanos u objetos con Mana por personas profanas puede causar la pérdida del poder. Los Moko o lagartijas tienen un particular significado para los Maori. Los reptiles son considerados los emisarios del dios Whiro, que representa todo lo diabólico en la tierra y quién trae desgracia a las tribus desafortunadas. Si el dios se enoja y quiere matar a un hombre, invoca a la lagartija para que entre a su cuerpo y coma sus órganos vitales. En otros casos el poder del lagarto se puede tranformar en un poder protector. La tradición oral dice que una escuela del conocimiento –Whare Wananga- tiene a veces enterrado una lagartija cerca del pilar que sostiene la construcción para su protección.