Insectos y Microorganismos Endémicos en Rapa Nui

Rapa Nui (Isla de Pascua), en comparación con otras islas del Pacífico Sur, es una de las más degradadas ecológicamente. Ciertos factores ambientales, que incluyen el aislamiento geográfico, un tamaño reducido, un relieve topográfico insignificante, una latitud baja relativa al ecuador y largos períodos de sequía, han predispuesto la isla a cambios ecológicos dramáticos. Una tierra, una vez llena de bosques de palmeras con arbustos se convirtió en una pradera de pastizales.  Cientos de años después, la isla casi  completa fue convertida en una hacienda ovejera cuyas operaciones exacerbaron los severos impactos humanos en el ambiente.  La vegetación nativa en su mayoría y todos los vertebrados terrestres nativos se han extinguido,  según relata el investigador Dr. J. Judson Wynne, del Center of Environmental Research, Northern Arizona University.

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Concerniente a los artrópodos (insectos y otros) se han documentado cerca de 400 en la isla. De éstos, 31 especies son endémicos (sólo de Rapa Nui y no de otros lugares), pero 21 de ellos no han vuelto a ser divisados desde su descubrimiento hace décadas. Durante las investigaciones realizadas entre 2008 y 2011 en el flujo de lava de Roiho, a menos de 5 km del pueblo de Hanga Roa, se rastrearon diez cavernas y dos áreas de superficie terrestre logrando identificar 10 especies de artrópodos (animales invertebrados como insectos, arácnidos, crustáceos y miriápodos), la mayoría endémicas de Rapa Nui. Ocho de las especies – todas nuevas  para la ciencia – fueron descritas formalmente, incluyendo un piojo de los libros (Psocoptera, Mockford and Wynne 2013), dos especies de crustáceos (Isópodos, Taiti and Wynne 2015), y cinco especies de colémbolos (Collembola, Bernard et al. 2015).  Otras dos especies que son consideradas endémicas tanto en Rapa Nui  como  en un pequeño número de otras islas  del Pacífico Sur, probablemente llegaron con colonizadores polinésicos sobreviviendo durante varios siglos a los impactos ambientales en la isla.

Este descubrimiento despertó la necesidad de investigaciones adicionales en otras áreas de la isla. Es posible que nuevas especies endémicas de artrópodos persisten en áreas donde humanos, ganado y ratas no tuvieran posibilidades de acceso y donde todavía se encuentran restos de vegetación nativa. “Creemos que estos insectos estuvieron dispersos ampliamente por la isla, sin embargo, debido a las extensas perturbaciones ambientales en Rapa Nui, los que vivían cerca de cavernas o dentro de ellas, quedaron confinados en esos espacios, aislándose y formando poblaciones que sobrevivieron hasta nuestros días”, explica Wynne.

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Durante julio y septiembre 2016, Wynne continuó su investigación en Rapa Nui  trabajando con miembros de la comunidad y personal de CONAF. Su equipo se  enfocó en áreas intactas o de mínimo impacto humano que pudieran soportar insectos endémicos, visitando un total de 47 sitios alrededor de la isla incluyendo 20  cavernas, 10 acantilados con vegetación  nativa, 3 cráteres, 8 bordes costeros rocosos, las dos playas principales (Anakena y Ovahe)  y 4 sitios con trampas cercanos a cavernas.

La identificación de estos insectos, arácnidos y otros artrópodos  es importante para el manejo de recursos en la isla. Mientras impactos medioambientales, como el pastoreo de ganado, turismo aventura no regulado e invasiones de especies no nativas, continúen, la isla está en riesgo de perder especies antes de que puedan ser catalogadas de manera apropiada y que se establezcan estrategias administrativas para proteger estas poblaciones.  Adicionalmente, los efectos del cambio climático global probablemente presentarán mayores complicaciones para dirigir y conservar recursos biológicos de las cavernas.

Actualmente todas las cavernas están abiertas al turismo y no existen normas que restrinjan el acceso o el uso de las cavernas en Rapa Nui. Para Wynne lo mejor sería una acción inmediata: “acordonar los jardines de musgo y helechos y poner carteles describiendo la fragilidad de este hábitat en estas áreas, desincentivando el ingreso de visitantes a ellas.” Esta investigación fue financiada por la Fulbright Visiting Scholar’s Program, el  National Speleological Society’s International Exploration Fund  y el Parque Nacional de Rapa Nui.

 

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