Testimonio del Pasado by Josefina Arriagada
La historia de Ana María Arredondo en Rapa Nui se extiende por casi cinco décadas, un período marcado por su profundo amor por la isla, su gente y cultura, su dedicación a la enseñanza y la investigación, y su inmersión en la vida cotidiana rapa nui. Su relato es un tejido donde se entrelaza la vida personal y profesional, el compromiso con la comunidad y la búsqueda constante de conocimiento y su transmisión. Ha escrito numerosos libros y publicaciones sobre la cultura Rapa Nui, además de ejercer como profesora y Directora del Liceo Aldea Educativa Hoŋa’a o Te Mana.
El encuentro con la isla
Ana María, originaria de Viña del Mar, Chile, llegó a Rapa Nui por primera vez en 1976. La isla, en aquel entonces, era un lugar con una dinámica social y paisaje muy diferente al actual, con un poco más de mil habitantes. Este ambiente íntimo y la belleza natural cautivaron a Ana María, quien forjó amistades que la impulsaron a regresar al verano siguiente, conociendo entonces a Bene, Benedicto Tuki Pate, escultor, pescador y buceador, un encuentro que transformaría sus vidas para siempre. La conexión entre ambos fue mágica, un amor que la arraigó a la isla.
Forjando un camino propio: Docencia, arte e investigación.
Si bien su sueño inicial era la arqueología, finalmente estudió Historia. Sin embargo, Rapa Nui le brindó la oportunidad de conectar con su pasión por la arqueología, permitiéndole descubrir la riqueza histórica y cultural que emanaba en cada piedra. Su camino profesional no fue lineal, enfrentando obstáculos que pusieron a prueba su determinación. Creó un jardín infantil junto a su amiga Asunta Tuki, un proyecto que duró unos pocos años ya que el Instituto de Estudios de Isla de Pascua de la Universidad de Chile, le ofreció hacer un ordenamiento bibliográfico. En ocasiones participó de la prospección arqueológica y del traspaso de fichas de campo. En 1984 participó en el primer Congreso de Antropología y Arqueología de Isla de Pascua y el Pacífico, instancia que destacó por la apertura que tuvo a la comunidad, incluyendo la participación de muchos jóvenes, lo cual lo diferenció de otros eventos académicos. Su primera investigación sobre la cultura rapa nui fue publicada en 1985 en las Primeras Jornadas de Arte y Arqueología del Museo de Arte Precolombino, “Ornamento Pectoral Pascuense representado en los petroglifos”. Publicó posteriormente diversas investigaciones en Revistas Científicas y libros sobre rescate del patrimonio inmaterial, muchos de ellos dedicados a los niños (as) y jóvenes. De esta manera investigación y docencia han sido su vocación.
Legado y compromiso con la cultura Rapa Nui
Ana María reconoce la importancia de preservar la cultura rapa nui, especialmente en un mundo cada vez más globalizado. Su compromiso con la isla se extiende más allá del ámbito académico. Considera que la transmisión de la cultura no se limita a la información, sino que implica la transmisión de valores y el fortalecimiento de la identidad rapa nui en las nuevas generaciones. Desde su llegada a la isla, Ana María se sintió en casa. Nunca experimentó la necesidad de acostumbrarse a Rapa Nui, desarrollando una profunda conexión con la energía del lugar y su gente. Amante del arte estuvo siempre al lado de Bene, participando de su creación escultórica, de sus exposiciones y viajes por diversos lugares del mundo.
La construcción de la familia
Ana María construyó una vida familiar junto a Bene y sus hijas Paula y Vai Iti. Describe sus primeros años en la isla como una gran experiencia de vida y dice: “La vida en la Isla, en un principio, era muy diferente al sistema de vida que tenía en el continente. Cocinabas con parafina y a veces hacíamos fuego. No teníamos lavadora de ropa así que se lavaba en un tambor en donde zapateabas la ropa si estaba muy sucia. Bene araba frente a la casa y plantábamos todo lo necesario para vivir. Bene era un buen buceador, así que nunca faltó el pescado. Lo más maravilloso han sido mis hijas, siempre a mi lado y ahora mis nietos, Nicolás, Agustín, Vicente, mi nieta Mikaela y mi bisnieto Andrés”
La Muerte de Bene
El diagnóstico de cáncer de Bene el 2021 sumió a la familia en un periodo de profunda tristeza. A pesar de la gravedad de la enfermedad, Ana María destaca la fortaleza y el buen ánimo de Bene, quien aprovechó el tiempo para reconciliarse con su vida y su legado. Durante su tratamiento en el continente, recibieron apoyo incondicional de amigos y familiares, quienes les brindaron consuelo y compañía en esos momentos difíciles “pero sobre todo mucho amor”. Tras la muerte de Bene, Ana María respetó su último deseo: ser enterrado en su parcela: “Ahí está, muy presente en nuestra vida cotidiana. Su presencia se siente y nos acompaña”.
El Legado Continúa
Antes de morir Bene, Ana María nos cuenta: “creamos una Fundación, junto a mis hijas, para continuar lo que ya habíamos hecho en la década de los noventa, un Centro de Arte y Cultura, con una Galeria de Arte-taller, una editorial, un Centro de Investigación y lo más importante un Museo con todas las esculturas del arte tradicional, que Bene legó en vida a las futuras generaciones de Rapa Nui”.
Los Sueños se cumplen
Ana María nos dice que muchos han sido sus sueños y algunos de ellos permanecieron en el tiempo y se hicieron realidad como su viaje al oriente: “Primero mi viaje a la India, un sueño que nació cuando era niña mirando unos libros de mi padre sobre diversos lugares del mundo. Me prometí que cuando cumpliera 60 años jubilaría para comenzar a hacer realidad estos sueños, así emprendí mi viaje a la India, Nepal y Tibet”. Un viaje de un mes que representó la culminación de un sueño personal, una búsqueda interior que la llevó a explorar nuevas culturas y conectar con su propia espiritualidad. Posterior a este viaje nos cuenta “viajamos con Bene por el sudeste asiático y esto fue revelador para ambos, al ver tantas similitudes con la cultura rapa nui y pensar que en un tiempo muy lejano de ahí vinieron los movimientos migratorios hacia el Pacífico llegando a Rapa Nui.”
La historia de Ana María Arredondo en Rapa Nui es un testimonio de amor, resiliencia y compromiso. Su vida, entrelazada con la historia de la isla, refleja su pasión por la enseñanza y la investigación, y su profundo respeto por la cultura rapa nui. A través de su relato, pudimos conocer la importancia de la transmisión del conocimiento, la preservación de las tradiciones y la búsqueda constante del crecimiento personal.