By Sergio Carrasco, Universidad Católica del Norte, ESMOI, Coquimbo
Los pulpos y calamares han representado migraciones y relaciones de comercio, parentesco y narrativa en la Polinesia desde tiempos ancestrales. Se dice que sus ocho brazos se extendieron hasta los rincones más alejados del triángulo de la Polinesia, conectando Aotearoa (Nueva Zelanda), Hawai’i y Rapa Nui en un cuerpo unificado en vez de un símbolo geométrico abstracto (Figura 1).
Los pulpos, calamares y sepias, llamados cefalópodos, son especies con capacidades sensoriales que superan ampliamente a las de otros moluscos (ej. Caracoles o “pipis” en Rapa Nui) y a muchas especies marinas, como peces y crustáceos. Sin embargo, los cefalópodos poseen ciclos de vida muy cortos que raramente se extienden por más de dos años. A pesar de su fugaz existencia a nivel individual, su importancia como grupo de especies ha persistido en el tiempo, transformándose en criaturas sagradas que han ocupado un lugar importante en rituales y mitología de la Polinesia, con historias referidas a un guardián, un dios del mar y de la pesca, o a un símbolo de navegación (Figuras 2, 3). De forma general y en leguaje polinésico tradicional nos referimos al feke, aunque existen diferencias fonéticas y estructurales de acuerdo a los lenguajes hermanos utilizados, he’e en Hawai’i, wheke en Aotearoa y heke en Rapa Nui.
En el triángulo de la Polinesia, diversas especies de pulpos y calamares habitan tanto en aguas costeras como oceánicas, presentando diferentes formas y tamaños. En la actualidad, aún poseemos muy poca información respecto al ciclo de vida de la mayoría de las especies en islas del Océano Pacífico. Sin embargo, todas aquellas especies comparten características similares en la forma de nacer, crecer y desarrollarse. Durante sus primeros meses de vida, estos pequeños individuos denominados “paralarvas” (dado su gran parecido con los adultos y poco parecido con las larvas de otros invertebrados) se dispersan en el océano ayudados por las corrientes marinas y por su veloz forma de natación similar a la propulsión a chorro, lo que hace que estos especímenes sean muy difíciles de recolectar desde el medio natural.
Recientemente (2015-2016), investigadores del Núcleo Milenio de Ecología y Manejo Sustentable de Islas Oceánicas (ESMOI) de la universidad Católica del Norte en Coquimbo, realizaron estudios en aguas profundas (100 m) y superficiales (20 cm) en diferentes sectores costeros de la isla y el monte submarino Apolo. Los resultados mostraron la presencia de paralarvas (entre 1 y 5 mm de longitud del manto) de diferentes especies de cefalópodos, lo cual indicaría que la reproducción de individuos adultos podría estar ocurriendo en lugares cercanos a ambos sitios. Las especies registradas fueron identificadas, basado en sus características morfológicas (forma corporal) y genéticas (rasgos de ADN), demostrando la presencia de especies que:(1) han sido registradas con anterioridad en Rapa Nui, y (2) son conocidas para la ciencia, pero nunca antes habían sido registradas en Rapa Nui o Chile continental. En las fotografías a continuación se presentan las paralarvas identificadas, correspondientes a 4 especies de calamares y a 1 especie de pulpo.
Por medio de estudios genéticos, fue posible corroborar que las últimas fotografías corresponden a paralarvas del pulpo endémico, Octopus rapanui, especie propia de la isla que no ha sido registrada en ningún otro lugar del mundo. Su corto ciclo de vida y las elevadas temperaturas del mar de Rapa Nui permitirían que las pequeñas paralarvas (~1 mm) alcancen tamaños adultos (~70 cm) en un año aproximadamente.
En su estado juvenil y adulto, esta especie presenta un característico color marrón con protuberancias de color café anaranjado.
En su piel también se pueden observar tonalidades de color azul, que se tornan muy evidentes cuando son expuestos a la luz, por ejemplo durante buceos nocturnos. Los brazos son delgados y bastante largos respecto al tamaño de su cuerpo (2/3 del tamaño total), y están unidos por amplias membranas que le permiten ser eficientes cazadores, incluso en los intricados fondos coralinos de la isla. Esta especie no es habitualmente observada durante horas del día, incluso por buceadores experimentados,pero hay oportunidades que nos permiten observar sus maravillosas formas y colores (Figura 5).
En términos generales, los cefalópodos no sólo constituyen una importante fuente de registros históricos en las culturas que han habitado las diferentes islas del Pacífico, sino que además han jugado (y lo siguen haciendo) un rol crucial en las tramas tróficas marinas, convirtiéndose en importantes vectores nutricionales (como predadores o como presas) de varias especies de invertebrados y vertebrados de alto nivel trófico, incluyendo atunes, tiburones, aves marinas e incluso el ser humano (Figura 6). De esta forma es importante conocer su biología e historias de vida para lograr una conservación eficiente de sus poblaciones.