Los Tupas – Observatorios Astronómicos
En las culturas polinésicas, la bóveda celeste tuvo un significado muy importante y a partir de su interpretación, desarrollaron cantos cosmogónicos que explicaban la creación del Universo y el origen del hombre. Sus nociones sobre el movimiento de los astros, les permitieron transformarse en grandes navegantes que poblaron todo el Océano Pacífico”, asevera el investigador Edmundo Edwards, radicado hace más de 50 años en Rapa Nui, quien se dedica a la conservación del patrimonio cultural y arqueológico de las culturas en Oceanía.
Edwards explica el rol de los astros en la cosmogonía de la Polinesia a través de la arqueoastronomía, un nuevo campo de estudio que conjuga la ciencia física con las ciencias sociales para explicar cómo las antiguas culturas interpretaban los fenómenos celestes. Según expresa, en la cosmovisión polinésica las estrellas fueron puestas en el cielo por los dioses para guiar su camino y otras representaban a sus antepasados observándolos desde los cielos. Esto explicaría que algunas en sus nombres incluyeran el término mata, que significa “ojo”.
En la versión aún no publicada de su libro en español “Cuando el Universo era una Isla” – del cual es coautor con su hija Alexandra – Edwards describe que estos conocimientos astronómicos evolucionaron a través de años de observación, trasmitiéndose de generación en generación entre una élite especializada de observadores de los astros, quienes al interpretar los movimientos de los astros en el cosmos, establecían con gran exactitud ciclos rituales de actividades y rituales relacionadas con la pesca y la agricultura.
Las observaciones astronómicas en Rapa Nui eran llevadas a cabo por los Tumu Ivi Atua Mo Te Manu o también llamados Tohunga por algunos polinésicos. Estos eran sacerdotes-astrónomos, quienes pertenecían a los estratos más altos de la jerarquía sociopolítica, ya que sus conocimientos eran fundamentales para el desarrollo de todas las actividades productivas y de subsistencia. Estos sabios especializados vivían y realizaban su trabajo en torreones cilíndricos de piedra llamados Tupa, estructuras construidas en puntos geográficos específicos de Rapa Nui donde les era más ventajoso observar fenómenos estelares como la posición relativa de los planetas, la salida o puesta de ciertas estrellas y/o constelaciones, durante diversos periodos del año e ir midiendo las fases de la Luna.
Los Tohunga u observadores de estrellas entregaban estos conocimientos a sus acólitos, quienes habitaban en cuevas cercanas a los Tupa. Uno de ellos, según Edwards, se ubicaría detrás del actual Cementerio Católico de Hanga Roa. “Se encuentra una pequeña cueva llamada Ana Ui Hetu’u o ‘Cueva donde se Observan las Estrellas’. Allí, de acuerdo a la tradición, sacerdotes-astrónomos mantenían una escuela para instruirlos en ese arte.”
En Rapa Nui existen unos 27 Tupa – debidamente documentados por el investigador Sebastián Englert en 1948 – de los cuales 9 están en ruinas. Dentro de los que aún permanecen en pie, la gran mayoría tienen forma de torre cilíndrica y sólo dos de ellos tienen forma rectangular. Además, en una investigación conjunta con el astrónomo español Juan Antonio Belmonte y publicada en el ‘Journal for the History of Astronomy’, ambos establecieron que casi todos ellos tenían una orientación astronómica específica; siendo el torreón que fue reconstruido al costado del cementerio, el único que no la posee. La mayor cantidad de Tupa, se ubican en el extremo este de la Isla, a los pies del Poike, ya que según se ha establecido, este volcán y su planicie conformada por Ra’ai, Tongariki y Hanga Ho’onu eran el lugar propicio para observar las estrellas. Estos Tupa eran acompañados de marcadores llamados Pipi Horeko, pequeñas estructuras rocosas en forma cónica, que en ocasiones complementaban la observación de eventos astronómicos importantes.
Según Edwards, los Tupa eran utilizados por los encargados de observar los astros, montándose sobre ellos para observar el firmamento y anunciar sus augurios. Estos podían ser buenos o malos, dependiendo de las posiciones de las distintas estrellas y de la presencia o ausencia de Matamea (Marte) que en toda Polinesia era considerado una influencia maligna. Mediante estos conocimientos especializados, los Tumu Ivi Atua Mo Te Manu o Tohunga crearon calendarios lunares con los tiempos de plantaciones y cosecha de diferentes variedades de plantas, vaticinaron el arribo de peces migratorios de alta mar, tortugas y aves marinas y con la misma información, anunciaban cuándo debían celebrarse los festivales y ofrendas a sus dioses propiciatorios o colocarse prohibiciones (Rahui) sobre los diferentes recursos productivos y la duración de los mismos.
Edwards y Belmonte determinaron que los centros ceremoniales, más que orientados hacia al sol, lo estaban hacia las estrellas, siendo las más importantes Matariki (Las Pléyades), Tautoru (el Cinturón de Orión) y Rei o Tanga o Ko Pu Tui (Antares). Ésta última es la estrella cenital en Rapa Nui, siendo muy probable que se usara para indicar la posición exacta de la Isla a los navegantes. Esta conclusión es fundamentada por Edwards, afirmando que el concepto de ‹equinoccio› no existía en Polinesia. “Todas aquellas estructuras que se encuentran orientadas con precisión cercana a la salida o puesta del sol, durante el equinoccio, se encuentran realmente orientados hacia Tautoru, el Cinturón de Orión que tiene una diferencia de sólo 2 grados con este fenómeno solar. También, es probable que la mayoría de los alineamientos del solsticio de invierno en Rapa Nui estén orientados hacia la salida o puesta de Las Pléyades (Matariki). Ello coincidía con el comienzo del periodo de abundancia de recursos naturales, y por consecuencia, su aparición y desaparición en los cielos determinaba importantes hitos dentro del año ritual, tales como el comienzo del año nuevo, el inicio de las ceremonias relacionadas al Culto del Hombre-Pájaro, y la apertura de la temporada de pesca de alta mar.”
Las Pléyades eran observadas desde el costado este del volcán Poike, el único lugar en toda la isla desde donde se puede ver la salida y puesta de este astro en el mar. Allí, existe una roca con horadaciones que la representan, referido como ˝Mapa Estelar˝ por la etnógrafa Katherine Routlege quien la registró como un instrumento de uso astronómico. Tal era su importancia, que según le relataba el informante Santiago Pakarati, “en la noche previa a la aparición de Matariki, los sacerdotes pasaban la noche en unas cavernas al lado este del Maunga Vai a Heva, incluso se rememora a Teva, un sacerdote poderoso que vivió allí en compañía de sus acólitos.”