Leyenda de los Antropófagos

La Bajada de los Tu a Poi

 

Antiguamente existían lugares alrededor de la isla donde la gente descendía con sus embarcaciones de totora hacia el mar  para salir a pescar. Al regresar, los pescadores solían sacar las embarcaciones del mar para que la sal no las erosione, para ello la superficie de estas bajadas se pavimentaban cuidadosamente con Poros, piedras redondeadas. Uno de estos lugares se llamaba Topa Inga o te Tu a Poi, la bajada y subida de los Tu a Poi,  según nos cuenta Napoleón Tepano Hotu:

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Los Tu a Poi eran una tribu que vivía en el mar en una canoa madre gigante y algunas noches acostumbraban acercarse a la isla en pequeñas embarcaciones de totora a buscar camote, taro, y en especial, carne humana. La gente de esa época se dio cuenta que los frutos de sus plantaciones desaparecían junto a algunas personas. Una noche, un pescador que vivía en los alrededores, se acercó hacia el Topa inga con su equipo de pesca con la intención de dormitar un poco y salir al mar en la mañana siguiente. Al poco tiempo se durmió, pero de pronto despertó al escuchar movimiento y voces y pensó: “qué bueno, viene más gente para que me acompañen a pescar temprano.” Pero al observarlos, se dio cuenta que no era gente de su vecindad, no eran personas que él conocía y al escuchar que se daban órdenes para buscar camotes, taro y carne humana, entendió que eran lo causantes de los robos de alimentos y de la desaparición de personas.

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En la mañana siguiente retornó a su casa y le contó a su gente lo que había visto. Todos se reunieron en la noche siguiente para asegurarse de los dichos del pescador. Estuvieron varias noches esperando con paciencia y finalmente los vieron. Los esperaron en la bajada de Topa inga, los amarraron y les preguntaron de dónde venían. Esa misma noche fueron hacia la canoa madre, los mataron a todos y se los comieron. La venganza, en esos tiempos, dictaminaba ojo por ojo, diente por diente.

Esta leyenda fue relatada a Napoleón Silverio Tepano Hotus por su bisabuela Victoria Atamu Niare, de sobrenombre Rutoviko, nacida en 1894.

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