Tiernos Acechadores del Abismo: Explorando los peces Sapo de Rapa Nui y sus Montañas Submarinas

by Ignacio Diaz-Godoy & Jan Maximiliano F. Tapia-Guerra – Centro Científico ESMOI- Universidad Católica del Norte – Anillo BiodUCCT ATE220044

En los dominios más silenciosos del océano Pacífico, donde la luz del sol se disuelve y la presión es abrumadora, viven criaturas que parecen salidas de un cuento de fantasía. En los flancos ocultos de las dorsales de Nazca, Salas y Gómez, y Juan Fernández, se deslizan lentamente los peces de la familia Chaunacidae, también conocidos como peces sapo de mar. Con sus cuerpos redondos, piel flácida, ojos grandes y fijos, podrían parecer criaturas tiernas, casi caricaturescas. Pero bajo esa apariencia encantadora, se esconde una maquinaria biológica de lo más insólita.

Hasta hace poco, sabíamos muy poco de ellos. Solo dos especies habían sido registradas en el Pacífico Sur, gracias a expediciones soviéticas de los años 70 y 80. Pero hoy, gracias a modernas campañas científicas realizadas a bordo del buque oceanográfico Falkor (too) del Schmidt Ocean Institute y a la tecnología del vehículo submarino ROV SuBastian, el océano ha comenzado a revelarnos más. Y lo que descubrimos fue tan extraño como fascinante. Durante las expediciones de 2024, se registraron 45 individuos: algunos ya conocidos, otros potencialmente nuevos para la ciencia. Se les observó en las profundidades, reposando sobre fondos arenosos, escondidos entre rocas o entre algas coralinas calcáreas. A profundidades superiores a los 800 metros, se encontraron especies del género Chaunacops, como el vibrante Chaunacops coloratus, que en su adultez adopta un rojo encendido, mientras que de joven es azul grisáceo o rosado pálido. También se observó al enigmático Chaunacops melanostomus, con su boca negra como la noche y un cuerpo oscuro como la roca volcánica donde se oculta.

Más cerca de la luz, entre los 300 y 700 metros, aparecen sus primos del género Chaunax. Entre ellos, Chaunax morfotipo anaranjado destaca por su color naranja brillante y sus pecas blancas. Este curioso pez solo se ha registrado en las aguas profundas que rodean Rapa Nui y el Parque Marino Motu Motiro Hiva, lo que lo convierte en un posible endémico de esta remota región. Su pariente, Chaunax sp. 2 -de cuerpo café y adornado con puntos blancos irregulares- fue hallado exclusivamente cerca de Rapa Nui y podría representar una especie aún no descrita por la ciencia. Más allá de su aspecto singular, los peces sapo de mar son maestros del camuflaje y la espera. Son depredadores emboscados: no nadan activamente para cazar, sino que se quedan quietos, como si fueran parte del fondo, hasta que una presa se acerca lo suficiente. 

Entonces, su cuerpo inerte cobra vida en un instante. Una de sus armas más notables es su señuelo: un pequeño apéndice llamado illicium, que se proyecta desde la cabeza como una caña de pescar en miniatura. Al final de este filamento se encuentra la esca, una estructura carnosa que simula el movimiento de una presa, atrayendo incautos hacia su enorme boca. En algunos casos, la esca tiene forma de flecha o está rodeada de cirros -filamentos carnosos- que le dan un aspecto casi vegetal o bioluminiscente. 

Pero eso no es todo. Estos peces también están equipados con un sistema sensorial extraordinario. A lo largo de su piel flácida y gelatinosa, poseen una red de canales llenos de neuromastos, receptores que les permiten detectar vibraciones y movimientos en el agua, incluso en completa oscuridad. Gracias a esta “visión sin ojos”, pueden percibir la presencia de otros organismos sin necesidad de verlos. Es como si el propio océano les hablara a través de su piel. 

Los hábitats donde se refugian -rocas volcánicas, sedimentos calcáreos, rodolitos y estructuras coralinas profundas- son ricos en biodiversidad, aunque sumamente frágiles. Las montañas submarinas que recorren la dorsal de Salas y Gómez y sus vecinas actúan como islas sumergidas, impulsando la evolución de especies únicas y formando corredores biológicos esenciales para la conectividad marina del Pacífico Sur. 

Explorar estos mundos ocultos es mucho más que recolectar datos. Es sumergirse en un universo que desafía nuestras ideas de lo que la vida puede ser. Allí, donde reina la oscuridad y el silencio, la naturaleza ha creado criaturas que parecen tiernas, pero que son acechadores sigilosos, perfectamente adaptados para cazar en las tinieblas. En su rareza, los Chaunacidae nos recuerdan que el océano es un laboratorio de maravillas, y que cada rincón profundo guarda historias que aún no hemos contado.

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