A Rapa Nui llegan todos los años cientos de buceadores de todo el mundo en búsqueda de una de las aguas más claras del planeta y que permiten una visibilidad de hasta 60 – 70 mts de profundidad. El rapanui Poki Tane Haoa nos relata su experiencia en el buceo y la caza submarina, acompañado por tiburones e innumerables especies marinas.

El buceo es una actividad fascinante y estar rodeado de peces, incluso de tiburones,  es una sensación muy grata.  Nunca sentí que los tiburones me van a morder. Existe un concepto errado, los bañistas y buzos mueren más comiendo mantequilla de maní que mordidos por un tiburón. El tiburón es un pez precavido frente a la presencia de buzos y se mantiene a una prudente distancia.

No se tiran encima de una persona. Sólo son curiosos, especialmente en lugares donde no frecuentan muchos humanos como en el islote Motu Motiro Hiva que queda a 12 horas en bote de Rapa Nui. En esos ambientes más prístinos la cadena alimenticia mantiene el equilibrio natural de los peces, los depredadores como los tiburones, evitan la reproducción de peces débiles y enfermos.

Cuando hacemos caza submarina y flechamos a un pez cualquiera,  sale sangre. Los tiburones huelen la sangre y buscan compartir la comida. Son muy competitivos entre ellos, todos quieren morder algo. Al morder su presa, los ojos se protegen con una membrana nictitante, una especie de párpado semitransparente que va de arriba a abajo y protege los globos oculares, o sea, muerden casi ciegos, no ven lo que están tragando y eso es el peligro para uno. Cuando el buzo quiere agarrar un pez flechado con el arpón, el tiburón ataca sin saber a quién agarra. Es por eso que sacamos un pez sangrando rápidamente fuera del agua, o lo que es mejor, no cazamos peces cuando hay tiburones cerca. Los tiburones se pueden encontrar desde los 50 cm de profundidad. Cuando hay muchos, lo mejor es quedarse tranquilo y salir del agua. Ellos son depredadores y sienten el miedo de una posible presa cuando se mueven rápido o tiritan. En ese momento ellos saben que es algo comestible.

La pesca en Rapa Nui es subsistencial, o sea, es para comer. Antiguamente se sacaba lo justo para comer. Hoy se saca en toda época, hasta en la época de reproducción, ya no es sólo para comer sino también para vender. Necesitamos tomar un acuerdo social entre el pescador que debe respetar los Tapu en las épocas de reproducción y el comprador que debe desistir de la compra en épocas de veda. Lo importante para nosotros es mantener las tradiciones y a la vez complementarlas con las nuevas tecnologías. Lo vemos como un complemento a la tradición, uno no deja de ser un pescador rapanui como lo piensan algunos. 

El gran tema actual de la isla es la falta de comunicación entre la generación de los padres y la de sus hijos. Los mayores son reacios a conversar y compartir opiniones con los jóvenes porque éstos tienen una mirada distinta. La generación de nuestros abuelos y padres eran los patriarcas, solían planear y ordenar la acción que luego compartían con la familia. Hoy día los jóvenes quieren ser independientes y participar en la discusión sobre los pro y los contra de cualquier idea u acción. Muchos ya tienen estudios y regresaron a la isla como profesionales que quieren opinar. El choque generacional y la incomunicación es grave porque limita el traspaso de los valiosos conocimientos adquiridos a través de la experiencia ancestral. En la isla se han hechos muchísimos estudios sobre diversas materias importantes para la pesca: la clorofila, los vientos, las mareas, la temperatura, la luna y las estaciones del año. Habría que recopilarlos e integrarlos, así como lo hacen las grandes pesqueras. La cultura y experiencia de los pescadores artesanales integra estos conocimientos y antes transmitían estos conocimientos a los más jóvenes. Hoy callan, encuentran que a los jóvenes no les interesa. Claro, antes había abundantes peces y langostas y los pescadores salían por un par de horas para tener para comer. Hoy los jóvenes piensan en la rentabilidad. Deben pescar un mínimo de 6 a 8 horas, a veces hasta 30, para que el trabajo les sea rentable. Antes con un atún todos comían y era suficiente. Ahora se necesitan 15 para que se sientan satisfechos y salten de alegría.

 La tecnología ha cambiado, ya nadie pesca hoy con lienza de pelo y con Mangai de piedra o de hueso. Los viejos aceptaron el cambio del Mangai por el anzuelo, pero se mantiene la forma de pescar los peces grandes como atunes, toremos, tiburones y otros. La forma tradicional que funciona muy bien hasta hoy es amarrando la carnada trozada a una piedra tirándola al mar. El atún habitualmente no come carnada trozada, pero si se acostumbraron a ello en toda la Polinesia.  

Lo ideal sería complementar el método antiguo con las nuevas técnicas existentes como las cañas con anzuelos característicos para diferentes peces. Las cañas emulan peces vivos; por ejemplo el anzuelo Popper emula peces que están cazando presas, recreando una escena conocida por el atún; el Jigging emula peces heridos o enfermos, el anzuelo Rapala imita sardinas vivas y el Ngu un pez huyendo. La pesca es muy entretenida, hay incertidumbre hasta el final, se necesita suerte, es casi como una lotería. Cuando uno pesca un pez de 400 kilos nadie celebra.

Primero hay que subirlo al bote y el peligro es que se suelte. Hay mucha adrenalina en esto. Primero hay que subirlo al bote y el peligro es que se suelte. Hay mucha adrenalina en esto. 


Habitualmente buceamos en la isla hasta una profundidad entre 10 y 15 metros, aunque algunos lo hacen hasta los 35 metros apnea. Antiguamente la capacidad pulmonar era muy importante y existían familias con ese don. Ahora ya no es lo más importante, sino las diferentes técnicas que se pueden desarrollar y aprender como el yoga, técnicas de relajación, acostumbrarse a la falta de oxígeno aguantando hasta convulsionar y luego acostumbrar al cuerpo a resistir a las convulsiones. Hoy ya no se sube pataleando como antes, sino lo hacemos como los peces en forma ondulada con mono-aleta. Sumando estas técnicas con un peso constante y aletas se puede llegar hasta los 129 metros de profundidad. Claro que algunos salen morados aguantando un poco más de once minutos. A nivel internacional estamos lejísimo.