Christian Madariaga Paoa

Educador, músico y guardián del idioma ancestral

by Consuelo Martinez

En Rapa Nui todos lo conocen como Oso. “Cuando era niño, en un viaje al continente me trajeron un oso de peluche más grande que yo. En la isla no existía eso, así que me empezaron a decir Osito, y así quedé”, recuerda Christian Madariaga Paoa. Hijo de Ricardo Madariaga y Valeria Paoa Atamu, descendiente del clan Haumoana Tupa Hotu por parte materna. Su infancia transcurrió bajo el cuidado de sus abuelos Amalia Atamu y Casimiro Paoa, en una casa amplia y llena de vida, donde se hablaba la forma antigua del idioma rapa nui.

Su vínculo con la educación viene de raíz. Es bisnieto de Mariana Atamu, hija de Recabarren, reconocida como la primera educadora tradicional de la isla. Hacia 1935, ante la ausencia de escuelas formales y tras denuncias por el maltrato del único funcionario fiscal que hacía clases, Mariana asumió la enseñanza de los niños. “Me lo contó Papa Kiko y la nua Elena Hotu, que ella fue la primera que enseñó la lengua y cultura rapa nui”, relata. Aquella decisión marcaría una línea pedagógica familiar que Christian mantiene hasta hoy.

El idioma rapa nui lo aprendió desde niño, viviendo durante cuatro años con sus abuelos maternos mientras se construía la casa de sus padres. En ese hogar, la lengua se vivía a diario. Solo se hablaba español cuando llegaba su padre. A través de las conversaciones cotidianas, los tunu ahi y las visitas de ancianos que compartían historias, fue absorbiendo naturalmente un lenguaje profundo y ancestral. “Eso es lo que falta hoy”, reflexiona, con la conciencia de haber heredado un tesoro lingüístico que ya casi no se escucha.

Al terminar la enseñanza media, Christian decidió estudiar Educación Física en la Universidad Católica de Valparaíso. Junto a su colega Ángela Tuki Pakomio desarrollaron una memoria de título que rompió moldes: una investigación sobre los deportes tradicionales rapa nui. Entrevistaron a sabios, recuperaron documentos y elaboraron una propuesta pedagógica con sentido cultural. «Nos felicitaron porque no era una tesis técnica, sino etnológica», cuenta.

En 1992 comenzó a ejercer como docente en la isla, impulsando una educación que puso en valor el entorno natural y cultural de Rapa Nui. En tiempos donde las disciplinas deportivas eran importadas, Christian reintrodujo tradiciones ancestrales y fue clave en darles un espacio en la Tapati. Rodrigo Paoa, entonces director del evento, lo convocó para transformar esa fiesta, que en ese tiempo era una fiesta de la primavera continental. 

Oso contribuyó a crear las bases de los deportes ancestrales que se siguen usando hoy. “Éramos planilleros, jueces y armadores de las bases que aún se usan hoy”, recuerda.

Paralelamente, incorporó el canotaje polinésico como herramienta educativa, junto a Wilo Lucero y otros referentes, cuando llegó la primera canoa traída por la corporación Kahu-Kahu o Hera. “Primero aprendimos nosotros, luego enseñamos. Hoy el canotaje es masivo. Ver eso me llena de orgullo”. Esa lógica de aprender haciendo también la aplicó al idioma. Para él, la lengua debe vivirse. Fue impulsor de campamentos de inmersión, clases en terreno, juegos, canciones y competencias. “El idioma no se puede enseñar sentado en una sala. Se aprende viviendo”.

En 1999 asumió brevemente la dirección general de la Tapati Rapa Nui. Durante ese período impulsó mejoras clave, como la habilitación del circuito actual para las carreras de caballos en Hanga Kura Kura.

Otro de sus caminos ha sido la música. Desde niño soñó con ser músico, inspirado por el grupo de Jorge Pakomio. “Una vez, con ocho años le dije a mi mamá que quería ser músico. Ella me dijo que ni se me ocurriera. Pero esa idea quedó adentro”. Años más tarde ingresó a los grupos Topa Tangi donde grabaron dos discos: Moe Vārua y Hoko Hitu. En el álbum Ā’ati Hoi (2000), aportó con temas propios como Kiva Kiva —una canción de amor que significa “silenciosamente”— y la canción homónima del disco, inspirada en las carreras de caballos. También interpretó Ka ha’i mai koe , compuesta por su compañero Ezequiel Tuki Zúñiga. La dinámica dentro del grupo era colaborativa: quienes componían, también cantaban. Esa libertad fue clave para su desarrollo artístico.

Durante esos años también formó su propia familia. “Tengo dos hijas, Vai ‘Iti Pakomio y Hatu Riva, y estoy casado con Marcela Berríos, quien también es docente. Somos una familia unida, con valores. Mis padres aún viven y siempre hemos estado dispuestos a ayudar”.

En sus más de tres décadas como profesor, fue guía de varias generaciones que hoy destacan en distintos ámbitos de la vida rapa nui. Deportistas como Tumaheke Duran Veri Veri y Hugo Teave, músicos como Enrique Icka, y la abogada Tiare Aguilera Hey, pasaron por sus aulas. “Me da orgullo verlos ahora liderando en sus áreas”.

En 2017 asumió un nuevo desafío: liderar desde el DAEM el convenio entre el Ministerio de Educación y el municipio para la revitalización del idioma rapa nui en las escuelas. Su rol como coordinador fue clave para avanzar en la formación de educadores tradicionales. Junto a colegas como Vicky Haoa, Carolina Pakarati y Rodrigo Paoa, levantó una preocupación compartida: ¿quién tomará la posta?

Uno de los hitos más importantes de esa etapa fue la implementación de un programa de formación técnica, en alianza con el CEDUC de la Universidad Católica del Norte. Gracias a este esfuerzo, quince educadores tradicionales —entre ellos Serafina Moulton, Manu Haoa, Alenn Lillo Araki, Hugo Teave Liempi, Cheche Angela Pakarati y Viviana Paoa— se titularon como Técnicos Superiores en Educación General Básica en mayo de 2025. Este avance permitió profesionalizar a quienes enseñan el idioma en los colegios de la isla, garantizando que las futuras generaciones tengan referentes sólidos y preparados.

Hoy, todos los centros educativos de Rapa Nui cuentan con educadores certificados, hablantes nativos y con herramientas pedagógicas actualizadas. Su vida ha sido una conjunción de saberes: el rescate de los deportes ancestrales, la música, la lengua, la historia viva. Como educador, músico, organizador y padre, Christian ha construido puentes entre generaciones. “Mi herencia va por la educación. Por haber compartido sin guardarme nada. Eso es lo que realmente queda”.

2 respuestas

  1. Conoci a Oso en la PUCV
    El estaba 2 cursos más abajo que
    yo.
    Era un joven Introvertido tranquilo sereno Buen Deportista
    Se caracterizaba por ser un excelente Nadador característica propia de los isleños.
    Me es muy grato saber todo lo que ha hecho en su Vida principalmente en la Educación y mantener vivas las Tradiciones de Isla .
    Christian te Felicito de Todo Corazón.
    Orgulloso de haber compartido contigo en los años en la PUCV.
    Me encantaría Verte para Darte un Gran Abrazo.
    Saludos.

  2. Felicitaciones a nuestro compañero, amigo y colega le enviamos un gran abrazo de parte de toda la generación 85, con la cual compartió grandes momentos.

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