by Erika Meerhoff, Armando Mujica, María Luisa Nava & Beatriz Yannicelli – Esmoi

Uno de los crustáceos más notables de Rapa Nui es la langosta endémica Panulirus pascuensis, Uraen Rapa Nui. “Antes la abundancia del crustáceo era tal, que se podía capturar y comer a cualquier hora. Las langostas eran incluso utilizadas como carnada. Hoy es difícil conseguir este alimento.Si en el año 1980 era posible encontrar 100 langostas en una cueva, ahora, en esta misma, queda solamente una”, asegura el buzo Michel García, quien vive en la isla desde 1979.

Esta especie ha sido importante en la dieta de los habitantes de la isla desde largo tiempo y ha estado presente en la mitología y cultura de Rapa Nui, encontrándose su figura en los pictogramas de Rongo-rongo, lo que arqueólogos han asociado con la diosa luna. En la actualidad su extracción periódica es efectuada  preferentemente con trampas y también mediante buceos nocturnos, usando luces de pesca. Los primeros estudios de su pesquería entre la década del 50 y 70,  evidenciaron una sobrexplotación del recurso (CORFO, 1979) lo que hace necesario planes de manejo para lograr la sustentabilidad de la pesca. Para esto es necesario mejorar el conocimiento científico de la langosta. Una pieza clave es la larva, uno de los estadios más enigmáticos del ciclo de vida de la langosta.

El ciclo de vida de la langosta es complejo. Las hembras portan los huevos, que al eclosionar originan larvas (llamadas phyllosomas). Estas larvas forman parte del plancton marino, que es una variedad de organismos que viven suspendidos en el mar, moviéndose entre la superficie y el fondo, sujetos al movimiento de las corrientes. Las larvas phyllosoma viven en el plancton dispersándose de 100 a 1000 km lejos de la costa, al ser arrastradas por las corrientes del mar abierto. Esta fase larval puede durar un año, hasta que encuentran un lugar adecuado para asentarse en el fondo y desarrollar la metamorfosis, cambiando a un estado de transición llamado puerulus, morfológicamente similar al adulto, pero en pequeño tamaño.

Con el objetivo de conocer esta larva y la profundidad en que se encuentra, la agrupación científica ESMOI  realizó dos campañas oceanográficas en Rapa Nui durante abril y septiembre de 2015. En ambas se realizaron muestreos con redes especiales para colectar zooplancton en diferentes profundidades (redes Tucker). Para la logística se contó con el apoyo de la embarcación Tokerau de  la Armada de Chile en Rapa Nui y los laboratorios de la Universidad Católica del Norte donde se analizaron las muestras. Además, con el apoyo del centro de buceo ORCA, se colocaron trampas de luz a 5 y 15 m de profundidad, para intentar capturar larvas y/o juveniles de la langosta, dado que ellas tienen atracción hacia la luz. Hasta ahora este experimento no había logrado dar con las larvas por lo difícil que es rastrearlas en el vasto océano que rodea a Rapa Nui.

Durante abril de 2015, en el plancton de Rapa Nui, en una estación próxima al Monte submarino Apolo, se encontró la larva phyllosoma de la langosta Panulirus pascuensis, en el estrato comprendido entre la superficie y 200 m de profundidad. La presencia de este monte submarino parece modificar corrientes de la zona, lo que permitiría retener huevos y larvas de distintos peces y crustáceos, además de incrementar la producción del primer nivel trófico del mar (producción primaria del fitoplancton).

Este hallazgo y su descripción formal constituyen un aporte al conocimiento de la especie, sus poblaciones y la comprensión de la conectividad que pueda existir entre Rapa Nui y el Parque Marino Motu Motiro Hiva de la isla Salas y Gómez (a 415 km de distancia de la Isla de Pascua). El estudio de la conectividad que existe entre los organismos marinos de islas oceánicas es determinante en el manejo de las Áreas Marinas Protegidas. Uno de los objetivos de estudiar la conectividad es ver si larvas liberadas por langostas de Rapa Nui e Isla Salas y Gómez podrían estar llegando y contribuir a aumentar la población de langostas juveniles entre estas islas. Para estudiar la conectividad estamos dando el primer paso: conocer la distribución horizontal y vertical de las phyllosomas y sus diferentes estados de desarrollo y las corrientes del océano que pueden estar llevándolas desde el Parque Marino Motu Motiro Hiva a Rapa Nui. Si se puede identificar las zonas donde llegan las larvas de vuelta a Rapa Nui después de su largo viaje por el océano, esto será un aporte fundamental para poder lograr un manejo sustentable. Ya queda evidente que para esto se requiere tomar muchas muestras más del plancton, lo que se va a realizar en el futuro.

Kiko Morris

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