Entre las tradiciones más difundidas de Rapa Nui se cuenta la leyenda de los Hanau Momoko y los Hanau ‘E’epe, dos pueblos o razas que compartieron y luego se disputaron la isla varios siglos atrás en una batalla épica al pie de la península de Poike. Los Hanau ‘E’epe se caracterizaban por ser de complexión robusta y por alargar artificialmente el lóbulo de su oreja (epe roroa). Los Hanau Momoko eran delgados y esbeltos con la costumbre de tatuarse el cuerpo. Ciertas versiones señalan que ambos grupos llegaron juntos liderados por Hotu Matu’a que era un Hanau Momoko. Otras indican que los Hanau ‘E’epe habrían llegado posteriormente y sin mujeres, emparejándose luego con mujeres Hanau Momoko. El resultado de la popularidad de esta leyenda es el énfasis que le dio en sus libros el explorador noruego Thor Heyerdahl. Esto porque creía que un relato de dos razas diferentes, cohabitando la isla, justificaba su hipótesis sobre una antigua colonización de Rapa Nui desde el continente americano.
La leyenda es bastante particular ya que varios elementos en ella no aparecen en ningún otro relato, canción o recitación antigua conocida. A grandes rasgos, la leyenda señala que los Hanau ‘E’epe tenían problemas para desarrollar su sociedad en una isla cubierta de piedras volcánicas. Por esta razón, comenzaron a despejar de piedras la isla, removiéndolas y lanzándolas hacia el mar o construyendo monumentos a partir de ellas. Sin embargo, muy pronto los Hanau ‘E’epe se dieron cuenta de que la tarea era titánica para sacar las piedras de las 16 mil hectáreas de Rapa Nui y le pidieron ayuda a los Hanau Momoko. Sin embargo, éstos se negaron aduciendo que las piedras eran necesarias para los cultivos de las plantas comestibles. Los Hanau ‘E’epe emigraron hacia la península de Poike continuando con su labor, pero guardaron un hondo resentimiento hacia los Hanau Momoko. Después de un tiempo y de haber despejado la península del Poike de piedras, construyeron una enorme zanja desde Potu Te Rangi hasta Mahatu’a, a lo largo de la zona que unía a Poike con el resto de la isla. En esta zanja arrojaron leña como para un enorme curanto. Los Hanau Momoko comenzaron a preocuparse cuando un rumor bajó de Poike de que la zanja había sido hecha para cocinar a los Hanau Momoko. La desaparición de algunos niños Hanau Momoko y las sospechas que se dirigían hacia uno de los líderes de los Hanau ‘E’epe llamado Iko, que tenía tendencias caníbales, llevó a un estado en que ambos grupos querían deshacerse del otro.
En Potu Te Rangi, una mujer Hanau Momoko llamada Moko Pinge’i, casada con un hombre Hanau ‘E’epe, decidió ayudar a su pueblo. Ideó un código para informar a los Hanau Momoko cuando los Hanau ‘E’epe estuvieran durmiendo. Una noche salió de su casa a tejer con hilos una estera y los Hanau Momoko, entendiendo el mensaje, escalaron silenciosamente por el acantilado de Te Hakarava y se ocultaron en la parte oriental de Poike. Al amanecer, el resto del ejército Hanau Momoko lanzó un ataque frontal hacia la zanja, hacia Ava o Iko. Los Hanau ‘E’epe encendieron el fuego como una barrera infranqueable. Pero en eso, las tropas de los Hanau Momoko, ocultas en Poike, atacaron por la retaguardia y empujaron a los Hanau ‘E’epe contra su propia barrera de fuego. Muchos cayeron a la hoguera y murieron calcinados en lo que posteriormente sería conocido como Ko te Umu Roa a Tavake, el gran curanto de Tavake. La guerra sin cuartel terminó hasta que todos los Hanau ‘E’epe hubieran fallecido, excepto uno llamado ‘Ororoine, a quien se le perdonó la vida y que tendría vasta descendencia posteriormente.
La tradición oral es una explicación creativa del estado de las cosas a través de símbolos significativos para la cultura de donde surge. En este caso la explicación es vasta y compleja. La leyenda de los Hanau ‘E’epe y los Hanau Momoko explican la existencia de varias capas culturales en la isla, algunas, producto de la llegada de diferentes grupos de navegantes desde distintas zonas de Polinesia. Dentro de ello cabe la expansión del lóbulo de la oreja, tradición que sería reflejada en los moai tardíos y algunas esculturas de madera que no están presentes en las estatuas más antiguas.
También explica la existencia de una extraña formación natural (la zanja de Poike) que separa la Península de Poike del resto de la isla, y la imagina como una barrera defensiva artificial que tuvo un rol clave durante la guerra entre los dos grupos en disputa. También la escasez de piedras en Poike, debido a que los ‘E’epe habrían despejado de piedras las laderas de la península para poder circular sin problemas.
En el siguiente nivel, la leyenda explica algunas notorias diferencias entre los rasgos arqueológicos en Poike: estatuas de traquita, petroglifos únicos, alineamientos de taheta y representaciones astronómicas diversas. Estas se atribuyen a la diferencia cultural entre los ‘E’epe y los Momoko. Por si esto fuera poco, la leyenda explica además el abandono de la península de Poike en el siglo XVIII o XIX, que es cuando se originó este relato. Y también justifica el temor de algunos isleños a acampar de noche en ese lugar por la supuesta presencia de espíritus de Hanau ‘E’epe.
Sin embargo, la moraleja de la leyenda es lo más importante: Es un ejemplo para los rapanui acerca de la importancia de las piedras para la fertilización lítica. Las piedras eran necesarias para la construcción de los jardines de roca. Estos protegían el suelo de la erosión, mantenían la humedad por mucho más tiempo y le aportaban nutrientes (hierro, fósforo y otros minerales) esenciales para el crecimiento adecuado de varios cultivos. Los Hanau ‘E’epe perecieron por su tozudez de querer extraer las piedras del suelo, mientras que los Momoko sobrevivieron porque sabían lo importantes que eran para la agricultura. La avanzada erosión de Poike quedó como ejemplo patente de este hecho.
Un comentario
Gracias por enseñarnos un poco nuestra cultura y encantarnos de nuestros ante pasado de sus tradiciones, lengua y avitad para que nuestros hijos tengan antecedentes y aprendizajes de todo lo maravilloso que tenemos .