Bajo una fina capa de tierra sobre las milenarias rocas volcánicas se extiende un mundo invisible envuelto en leyendas y misterios. Rapa Nui posee un subsuelo volcánico, comparable a una gigantesca esponja petrificada. Está llena de cavernas de distintos tamaños, desde pequeñas grutas y estrechos pasillos a espaciosas salas abovedadas. Las investigaciones espeleológicas han registrado más de diez kilómetros de callejones bajo tierra, explorando más de 315 cuevas en los sectores de Roiho y de los acantilados de los volcanes  Rano Kau, Rano Raraku y Poike.

Desde la aparición de los primeros habitantes de la isla, las cavernas empezaron a formar parte esencial de su mundo social, religioso y cotidiano. La tradición oral relata que para ingresar a una de ellas se debía pedir la protección a los espíritus, porque tanto la tierra como las cuevas son sagradas, son Tapu (tabú). En muchas aun se pueden divisar petroglifos y pictografías del dios Make Make, del Hombre Pájaro y otras figuras propias de la cosmovisión ancestral.

Las cavernas no solo servían como vivienda para familias completas como Ana Te Pahu  o refugio para personas, también se utilizaban dos de ellas, Ana O Keke y Ana Hue Neru, para encerrar doncellas vírgenes con el propósito de blanquear su piel para fines religiosos y otras para realizar ritos religiosos como Ana Kai Tangata y Ana Te Pora. Algunas de las cuevas se asemejaban a tumbas colectivas, otras contaban con entierros individuales, donde antiguamente los ancianos se retiraban cuando les llegaba la hora de  morir. Presentamos las  cavernas más importantes que pueden ser visitadas con un guia especializado.

Ana Kai Taŋata

Se encuentra en el camino hacia el volcán Rano Kau. En una sección del cielo se divisan unas figuras del Manutara (Gaviotín pascuense) pintadas en rojo y blanco sobre roca basáltica, relacionadas con la ceremonia del Tangata Manu u Hombre Pájaro. Según la tradición, después de la coronación se solían realizar frenéticas celebraciones  en que se sacrificaban al dios Make Make víctimas humanas designadas por un sacerdote o por el mismo Tangata Manu. De ahí su nominanción como caverna de los antropófagos.

Ana Kakeŋa

Ubicada en Roiho, en los llanos de la costa oeste frente a los islotes Motu Tautara, es la más difícil de ubicar. Una historia del siglo pasado menciona el caso de dos amantes, uno de ellos casado por compromiso, se separó al encontrar su amor de juventud y  se fueron a esconder en esta caverna tapiando la entrada y dejándose morir frente a los violentos remolinos de olas que se pueden divisar desde las dos ventanas al interior de la caverna.

Ana Te Pahu

Esta caverna, una de las más visitadas, está situada en el sector de Roiho, cuya superficie de lava petrificada que resuena al saltar sobre él, como lo haría un timbal. De ahí su nombre Te Pahu (tambor). Fue  usada como vivienda tribal con recursos naturales de agua y plantas de cultivo. Tiene tres brazos bastante largos que podrían sumar unos 1.500 metros en total.

Ana Te Pora

Caverna ritual de 228 metros de longitud que tiene comunicación hacia el acantilado marino, también del sector de Roiho. En la cámara principal se encuentra una plataforma ritual de piedra con muretes pétreos adosados a la pared. Al fondo se puede divisar la construcción de la entrada. En algunos lugares aun se encuentran restos óseos.