by Cristian Moreno Pakarati – Historiador / Historian

La cremación es un rito funerario o post-funerario que permite disponer limpiamente de un cadáver. Su práctica data de por lo menos 20 mil años atrás entre los aborígenes australianos y era practicada también durante el neolítico por los habitantes del Medio Oriente y de Europa. Entre algunas religiones asiáticas como el hinduismo la cremación es considerada la única forma adecuada de lidiar con los cuerpos de los muertos. En Europa, el fin de la práctica tuvo que ver con la masificación del cristianismo (debido a la creencia en la resurrección de los muertos). Exactamente lo mismo ocurrió en varias islas polinésicas donde la cremación era una práctica para nada inusual desde la época de la cultura Lapita. Sin embargo, los restos deben ser cuidadosamente interpretados por los arqueólogos y especialistas. Restos óseos quemados encontrados en sitios arqueológicos pueden significar tres cosas: Un cadáver que fue ritualmente cremado, una víctima de ritos antropófagos o de canibalismo ritual, o simplemente una víctima de un accidente durante una quema de bosque.

La cremación estaba bastante difundida en Polinesia. En el sitio de Talasiu en Tonga se encontraron restos óseos con evidencia de cremación de individuos de la cultura Lapita datados hacia 2500 años atrás. En Hawai’i la cremación era practicada generalmente como castigo hacia difuntos que no habían vivido bajo los códigos o normas sociales establecidas. Entre las tribus maoríes de Nueva Zelanda, la incineración de los cuerpos era también practicada con frecuencia. Allá se usaba sobre todo como una forma de evitar que el cuerpo del difunto fuera profanado por los enemigos por lo que el ritual se efectuaba de noche para evitar que el humo fuera visto por tribus rivales. Cuando el fuego alcanzaba la temperatura adecuada, el cuerpo era depositado sobre él hasta que se consumiera por completo. Un sacerdote tomaba las cenizas para enterrarlas posteriormente. Como combustible, además de la madera, se usaba grasa de marsopas y algunos animales terrestres, además de la grasa propia del cuerpo humano.

La existencia de estructuras para la cremación en Rapa Nui está bien documentada desde las prospecciones arqueológicas de la primera mitad del siglo XX. En esto Rapa Nui es única, ya que en el resto de las islas polinésicas donde existió la práctica de cremar, no había estructuras específicas para hacerlo. Los crematorios de Rapa Nui estaban construidos de un marco de losas gruesas de piedra basáltica tallada o alineamientos de piedras duras sin trabajar. Gran parte de los crematorios contienen guijarros de orilla de playa (kikiri) usados en parte como relleno de la cámara de combustión. También se han encontrado otros elementos al interior de dichos crematorios: coral, azuelas de obsidiana (ambos, probablemente para el tratamiento del cuerpo pre-cremación), y también anzuelos y otras herramientas, entre otras cosas.

Se ignora hasta qué punto la cremación en Rapa Nui era una forma común de deshacerse de los cadáveres o si, como sugiere William Ayres, eran estructuras para sacrificios humanos u ofrendas. En cualquier caso, la práctica declinó cuando la madera de la isla se hizo escasa a partir del siglo XVI. La gran mayoría de los crematorios se encuentra a lo largo del borde costero y asociado a plataformas ceremoniales megalíticas, los ahu moai, la máxima expresión de monumentalidad dentro del paisaje de Rapa Nui. En siete de estos crematorios se han hecho estudios que han identificado positivamente restos humanos y ceniza derivada de la cremación: Los ahu Tahiri, Vinapū, Akivi, Ature Huki, Ra’ai, O’rongo y Tautira, con dataciones radiocarbónicas que van desde 1082 hasta 1752. Más recientemente, Sigourney Nina Navarro hizo estudios exhaustivos sobre el crematorio de Hanga Hahave aunque sin hacer datación de C14.

Algunas complicaciones sobre la función de algunos de estos crematorios han surgido tras el descubrimiento en 1987 en Ahu Nau-Nau de huesos humanos calcinados mezclados con restos óseos de animales, lo que sugiere actividad canibalística. Sin embargo, otros casos, como el crematorio de Ahu Ra’ai contenían exclusivamente restos óseos humanos bien reducidos a ceniza y con ausencia de restos de cráneo o de dientes. Esto confirma relatos de la tradición oral que aseveraban que el cráneo nunca pasaba por el proceso de cremación sino que era retirado del cadáver antes de ser incinerado. El cráneo era guardado en recámaras de piedra llamadas avanga, que a veces formaban parte de los ahu y otras veces eran construidas independiente de ellos. En su defecto, los cráneos eran simplemente trasladados a una caverna o enterrados directamente. Sin embargo, algunos cráneos podían ser cremados junto al resto de los huesos como una señal de desdén o desprecio hacia algunos muertos, principalmente hacia enemigos derrotados en batalla. Todavía falta un estudio exhaustivo para todos los crematorios de la isla y que indique diferencias precisas entre sitios de probable canibalismo ritual y sitios de incineración de los cuerpos.

Excavaciones en otros crematorios indican señales de tratamiento del cuerpo previo a la cremación. El color de los huesos y la fragmentación de éstos en diversos crematorios (y a veces en el mismo sitio) prueba que existía gran variación entre el estado de los restos a cremar. Cenizas de cuerpos incinerados poco después de la muerte, sin tratamiento alguno, han sido encontrados en varios lugares. Pero también se han encontrado restos quemados de cuerpos cuidadosamente tratados ya sea permitiendo la descomposición del cuerpo en sitios rituales, o un largo y cuidadoso proceso de descarnado de los huesos con herramientas cortantes de obsidiana. Señales de este tratamiento de descarnado fueron particularmente notorias en los restos del Ahu O’rongo en Hanga Roa y en el sector de Tahai. Algo similar se encontró en el gran crematorio junto al Ahu Hanga Hahave donde los intentos por aclarar si el descarnado era por actos de canibalismo fueron inconclusos. No se encontraron marcas de dientes en ningún hueso.

Las temperaturas más altas se obtienen en cuerpos sin descarnar: aprovechando la grasa corporal se podía llegar a generar temperaturas de 700°C lo que permitía una cremación total tras unas 3 horas. Se estima que se requiere una cantidad de madera equivalente a tres veces el peso corporal inmediatamente post-mortem para una cremación adecuada. En el caso de Hanga Hahave los restos óseos más grandes encontrados entre los huesos calcinados no superaban los 6,5 cms. No se encontraron restos de animales mezclados aquí lo que sugiere un uso exclusivamente funerario para esta estructura.

La amplia diversificación de la práctica de la cremación en Rapa Nui y su uso tanto como rito funerario como para actos de canibalismo/ofrendas indica un conocimiento poco acabado de la práctica. La escasa importancia que se le daba hasta hace poco a los restos óseos cremados llevó a una escasez de estudios dedicados a ampliar el conocimiento disponible sobre la cremación en Rapa Nui y cuán única es en el contexto de la Polinesia. Es de esperar que en los años venideros, estudios más exhaustivos permitan esclarecer los misterios que ahondan estas estructuras en Rapa Nui.

Kiko Morris

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